SIQUIERA SE MURIERON LOS ABUELOS 

Hubo una Antioquia grande y altanera 
Un pueblo de hombres libres. 
Una raza que odiaba las cadenas 
Y en las noches de sílex, 
Ahorcaba los luceros y las penas 
De las cuerdas de un tiple. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin ver cómo se mellan los perfiles. 
Hubo una Antioquia sin genuflexiones, 
Sin fondos ni declives. 
Una raza con alma de bandera, 
Y grito de clarines. 
Un pueblo que miraba a las estrellas 
Buscando sus raíces.. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin ver cómo afemina la molicie. 
Hubo una Antioquia en que las charreteras 
Brillaban menos que los paladines. 
Una tierra en que el canto de la cuna 
Adormecía también los fusiles. 
Una raza con sangre entre las venas 
Pero sin sangre niña en los botines. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin ver los cascos sobre los jazmines. 
Hubo una Antioquia en que las hachas eran 
Blasones de la estirpe. 
Una tierra de granos y espigas, 
De cantos y repiques. 
Una Antioquia de azules madrugadas 
Y tardes apacibles. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin sospechar del vergonzoso eclipse. 
Hubo una Antioquia en que la Cruz de Cristo 
Llenaba el corazón de los humildes, 
Una tierra en que el pan era sin llanto, 
Y el calor de hogar sin cicatrices. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Frente a la dulce paz de los trapiches. 
Hubo una Antioquia donde la esperanza 
Medía su estatura en las raíces. 
Una raza de hombres que ignoraban 
La blanda sumisión de los rediles. 
Un pueblo de Patriarcas 
Con poder en la voz, no en los fusiles. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin ver la omnipotencia de los alfiles. 
Hubo una Antioquia de mineros fuertes, 
De arrieros invencibles, 
De músculos que alzaban el futuro 
Como vara de mimbre. 
Una raza enfrentada a la montaña 
Con tesón de arrecife. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Sin la sensualidad de los cojines. 
Hubo una Antioquia donde la alegría 
Retozaba en los ojos infantiles. 
Un pueblo que creía en las campanas 
De las torres humildes, 
Y respetaba el grito de la sangre 
Y la virginidad de los aljibes. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Creyendo en la blancura de los cisnes. 
Hubo una Antioquia de himnos verticales, 
De azadas y clarines. 
Un pueblo que veía en las estrellas 
Dorados espolines, 
Y le rezaba a Dios, mientras la luna 
Templaba la nostalgia de los tiples. 

Siquiera se murieron los abuelos 
Con esa muerte elemental y simple.

 

Indio Rómulo