LAS COSAS AL DERECHO: DE PUERTO RICO A PUERTO PRÍNCIPE


Haití ya era de los gringos. El terremoto abrió el país a la solidaridad, esto es, al  humanismo mundial. Obviamente los primeros en reaccionar fueron los regímenes revolucionarios, ya comprometidos  de fondo y de largo aliento con el dolor de la población más vulnerada por el sadismo infinito con que el imperio yanqui ha retaliado el pionerismo republicano negro. Cuba, que años atrás había internacionalizado su escuela de medicina con el propósito de facilitar el interés  de otros gobiernos progresistas del continente en desarrollar contingentes propios de médicos con ese perfil eminentemente humanista, le exigió al máximo a sus posibilidades para ampliar sus campamentos sanitarios y servir de plataforma en dicho campo al afán solidario con que se movieron los gobiernos de la Alternativa Bolivariana, Venezuela a la cabeza. 



¿Qué le quedaba a los dueños del patio sino mover sus tropas a custodiar del peligro comunista este país que consideraban consolidado a sus intereses geopolíticos, y de repente se ve invadido por legiones de batas blancas con corazón rojo rojito? Los invasores invadidos apelaron rápidamente al renglón de transgénicos con que proveen el Programa Mundial de Alimentos, y ni cortos ni perezosos los mandaron en los portaviones de una de sus divisiones más veteranas en injerencia. Mientras el ALBA trabaja con la voluntad y la disciplina del pueblo haitiano, los imperialistas azuzan la rebatiña lanzando como a fieras los mendrugos de su envenenado apoyo; de esa manera justifican los fusiles y las tácticas con que aseguran el control del país y la permanencia del gobierno pelele.



Interesante y revelador este duelo entre la praxis solidaria del sur revolucionario y las botas genocidas de las bestias del norte. Obviamente los yanquis van a tener que hacer algo más que ostentar fuerza, pues bien pronto el apostolado revolucionario, sin hacer algo más que la tarea sanitaria, restañaría con su  ejemplo también el alma soberana del primer pueblo esclavo en romper las cadenas. Obviamente, esta plaga siempre se la juega a la plata y la matonería. Mientras estén forzados por la sensibilidad del mundo frente al espectro inmediato de la tragedia, van a optar por el concurso de ong´s, iglesias y, por supuesto, mediática para derivar el estrés postraumático hacia formas morbosas de adscripción al poderoso. Que el alma aterrorizada del sobreviviente a tanta calamidad mueva los ácidos rectores  del cerebro a contener cualquier asomo de recelo frente al Goliat, de cuyas manos es gratísimo doblemente recibir consideración y, a lo mejor, nacionalidad. Es la vieja y siempre funcional sicología del terror desplegada por todos los imperios y convertida en primerísima ciencia por los laboratorios mentales gringos.



Con todo, también están probados los sorprendentes efectos terapéuticos de las luces sobre el alma y el decoro. Veremos entonces cuánta incidencia tendrán las luces   del ejemplo revolucionario, de un lado,  y las candilejas del ardid alienante imperialista, del otro. En todo caso el ALBA no puede desgastar su esfuerzo apuntalando con su generosidad sin condiciones  un gobierno de probada obsecuencia con el imperio. Estados Unidos ensayará una reconstrucción lo más “solidaria” con sus intereses; un nuevo país tanto en su estado como en su alma mucho más próximo que Puerto Rico, aunque no haya conveniencia de incorporarlo a su bandera.



JORGE EDUARDO SOTOMONTE GAMARRA