LA FASE DE CONSOLIDACIÓN

 


Las guerras inventadas del imperio contra los paisitos insumisos, roban y castigan con sangrías prolongadas. Colombia no es insumisa. Al contrario, ha sido muy, muy sumisa. Pero Colombia ha contado con un guerrilla que le ha servido como pretexto y razón para vaciar el campo. Esa misma guerrilla sin proyecto de ciudad, ha facilitado el terrorismo encubierto y la inseguridad, sobre la que descansa la política exterior del imperio.

 

En Venezuela, la vía rápida del socialismo revolucionario no fue. En vez del nocaut a la oligarquía vendepatria, se reestataliza a cuentagotas el país, pero no por vía de las expropiaciones, sino de las compras al sector privado, que hace negocio con la bonanza petrolera, con las ventas al estado y con el descrédito, minando el poder local y regional elección tras elección. El gobierno logorevolucionario no aprovechó para blindar la legislatura y el proyecto de estado, demostrando así mamertismo, incapacidad (o quizás, acuerdos tácitos) para avocar a profundidad los cambios necesarios.  En este “proceso” las mayorías se estancaron y, hasta decayeron, mientras la derecha se reposicionó. El PSUV no resultó tan buen recurso frente al espectro amplio que buscaba canalizar y potenciar. Al punto que ahora se precisa acudir al modelo de participación amplio y abierto de las conveniencias o alianzas (“Polo Patriótico”), esto es, a sincerar la realidad del oportunismo que da enjundia y mina la pretensión de constituir un autentico movimiento revolucionario. Es evidente que Chávez no está conforme con ese engendro de partido que solo descalabros, como el de Caracas y ahora la Asamblea, han producido.  Gobernar con toda la fauna (pluralismo) es la alternativa que Chávez le otorga a su escuálido socialismo presidencial.

 

Las vías largas de la guerra o el electorerismo socializantes, han resultado mejor canalizadas por el enemigo estratégico que por la estrategia del revolucionarismo miope y blandengue.

 

A estas alturas del partido, el lobo juega a su antojo con el ratón, y el ratón ni siquiera es la insurgencia, sino la propia sociedad, en cascada hacia las cloacas del antro, que tranquilamente la canalizan al antojo de sus despropósitos, ya fuerzas impersonales (leyes, diría Marx), ya necedades, ya sublimidades del hastío, el miedo y hasta la reacción a su propio absurdo. De todo veremos, cuasi-impotentes, los pocos que conservemos ojos para soportar la inicua entrega de la humanidad y su mesianismo de pacotilla.

 

El sistema de regulación natural que daba cabida al hombre silvestre termina. Entramos en el planeta tecno controlado por la élite corporativa. Quien quiera vivir (y.. ¡sobre todo, morir!) al tenor de las consideraciones fisiológicas programadas, tendrá participación en el sistema de satisfacción previsto para los homúnculos del nuevo estado global. Quienes persistan en la necedad de abogar por un proyecto de humanidad  fundado en los logros ancestrales de cosmovisión y convivencia sufrirán el escarnio de Prometeo.