OTRA  EDUCACIÓN  PARA  LOS POBRES  ¿ES POSIBLE   DESEABLE?

 

Ellos no la desean, la necesitan. ¿Quiénes? Unos y otros. El mundo de la economía capitalista y su acuciante demanda de nuevas y más prolijas ganancias. Del otro lado, la gente y su acuciante necesidad de supervivencia. Y en medio, apretado al máximo, el pobre planeta que el buen Dios del azar cósmico concibiera para nuestra vida filosofante.

 

Filosofar para qué? Para gobernar, diría Platón. Para no ser gobernados, diría Bakunin, dando un pasito adelante. ¿Qué dices tú?

 

Ellos ya filosofaron. Luego de lo cual tomaron posesión del mundo mediante la juris-¿prudencia? ¡Oh, sí! Muy prudente-mente blindaron como derecho la vastedad de cuanto les permitió el poder sugestivo de su especulación y su sofística. Desde entonces el sofisma, con toda su panoplia, gobierna los asuntos.

 

Ahora le correspondería filosofar-filosofar a la gente. Pero ya no puede. Sus cabecitas solo atinan a cuanto el reptil demanda desde la oscuridad remota de su arqueología. Alimento, sexo y espacio. En una palabra, territorio.

 

Los pocos que clandestinamente han alimentado desde el legado heroico el cortex de su espiritualidad conciente, se debaten entre su pánico de insistir en la necedad de sus reflexiones humanistas y la acuciante necesidad de funcionar en el mundo creado y único de los oligopolios. Tienen en contra, además, la tentación de su propia inteligencia que podría prosperarlos frente a la tanta estupidez democratizada.

 

Ellos, buscando algún apoyo en la salvaje intuición, lanzaron un puente hacia la luz, diciéndole al alma del sufrimiento: ¡Otro mundo es posible! Y el alma oscurecida de la masa puerilizada se lanzó a las calles llevando como mantra esa consigna. Y por ahí andan, convocándose con cada cumbre de los demonios visibles.   

 

Buena estrategia. Pero en tanto pedagogía, insuficiente. Como niños, necesitan pedagogía. Como hombres, lejos están de la antropogogía imprescindible para actualizar su incipientísimas conciencias. El rescate de la memoria de la tribu, de la ecología de su común unión continúa náufrago en el pantano de sus neblinosas luces.

 

El tiempo, sin embargo, ya no alcanza para blindar el planeta de todos, para todos. El jaque a la hospitalidad planetaria  reserva policial y mediáticamente las últimas burbujas de biosfera  para las élites plutocráticas. A los demás nos corresponde boquear en el estiercolero. Canibalizarnos y morir a montones, ensayando el último esfuerzo del salmón antes de descomponerse a ojos vistas. Aún así, la demografía de nuestro enfebrecido sexo se eriza de amenazas infecciosas,  transgénicas, religiosas y, próximamente, políticas.

 

Kon alegría me incorpore a la lucha, dijo Harry Haller. Seguramente, ya ni la posibilidad del Lobo Estepario esté en el haber de nuestras alternativas extremas. Nos quieren dóciles para el cadalso de nuestra consunción como proyecto universal. Y lo están logrando con el apoyo de nuestras burocracias de lucha.

 

La amígdala por sí sola tampoco es capaz de darle sinergia revolucionaria a tanto malestar y tanta urgencia ecológica. A la final, puede acontecer, que sean los propios demonios quienes, a su manera fascista, nos organicen frente al desafío insoslayable del aire, de la tierra y del agua insuficientes e inmundos. La amígdala enferma de tanta carga que no le corresponde elaborar.   Sus respuestas son segundo a segundo más compulsivas y erráticas.

 

El mundo de la humanidad hasta hoy conocida, muere. Y ni siquiera los esfuerzos tardíos de la ecología roja, alcanzan.

 

Ya no es posible ni el tiempo permite socializar la conciencia imprescindible. La pelea se nos fue de élites.

 

Venid aquí, al templo de la resolución titánica, los que ya leyeron en sus propias conciencias los renglones profundos de esta borrosa prosa.

 

Alea jacta est