LO REAL


No mucho, el poder autócrata   se derramó sobre los siervos. Así fueron bautizados como ¨ciudadanos¨ de la vieja encomienda, ahora renombrada como ¨república¨, que los viejos  caudillos hacendados, ahora renombrados ¨libertadores¨, fantochemente gobernarían  para satisfacción y poder del imperio anglosajón.   

 

Del autocratismo linajudo y mayestático al grosero ladronismo de la corrupción volcada en cascada sobre las plebe. Tal fue el poder que descendió con la baladrona democracia sobre la masa clientelizada por el favor de la otrora exclusiva y excluyente burocracia.   

 

De siervos excluidos a clientes parasitados por el raterismo compulsivo luengamente contenido por el bastardaje conquistador. Así se abonó la CLEPTOCRACIA más antigua de América Latina. Así desavanzamos, entre la arenga liberal y el repertorio hipertrofiado de sevicias, metidas a rectorado moral y político del revoltijo de estropicios enmarcado como nación, en el fragmento más mestizo de la antigua colonia española.

 

Ya casi medio siglo de  marxismo agropecuario, y la plaga cada vez más fuerte. Legítimamente hablando, en Colombia la izquierda no existe o, mejor, ha dejado de existir; sepultada bajo tierra, e impostada por el oportunismo electoral de todas las pudriciones. Cada que la guerrilla ha minimizado su programa estratégico para acortar su distancia del aparto burocrático, algo en el establecimiento se revuelca. Y no es precisamente alergia a compartir la corrupción. Es que el bandolerismo  guerrillero ha sido el pretexto perfecto para modelar el país ideal de las oligarquías clientelares del imperio. El laboratorio de alevosía permanente donde el imperio maquila montones de investigaciones y estrategias de control y guerra subrepticia. Es evidente que con dos dedos de frente  el desafío heroico al imperio produciría tácticas cualitativamente superiores y efectivas, frente a la evidente vulnerabilidad del régimen, sus esbirros y sus tretas. Como es evidente que, aunque los gringos dirigen la patraña de la seguridad nacional, no son los gringos precisamente el objetivo guerrillero. Por el contrario, el afán parece estar dirigido a concitar su bendición en materia de diálogos y acuerdos. El imperio sabe con certeza que esperar y juega como el gato con la pobre alimaña, sin más pretensión que hacerla corcovear, aunque de arañazo en mordisco la convierta en la masa amorfa necesaria para próximas reformas.

 

Mientras lo real pase desapercibido, nuestra vida no pasará de ser una grotesca e infecta ficción. Lo real es el imperio, todo lo demás, el estúpido día de los alienados.